A grandes
rasgos, una persona disfónica puede presentar ronquera constante,
dificultades para emitir sonidos agudos o modular la voz. Aunque
muchos adultos se adolecen de dicha patología, la disfonía puede aparecer en
los primeros años de la infancia, dificultando seriamente las habilidades de
comunicación del alumno y, por ende, su aprendizaje y adaptación a la
escuela.
Tipos de disfonía y síntomas
Es frecuente que la disfonía infantil pase desapercibida entre
los padres y adultos, sobre todo en la primera infancia. Si el niño pierde la
voz o se queja de molestias en la garganta cuando vuelve de jugar del parque o
regresa de clase se suele justificar con que ha
gritado o está agotado. Incluso algunos padres toman
la ronquera persistente como un rasgo característico de la voz del niño.
Sin embargo, la disfonía
muestra una serie de síntomas —a veces más evidentes que otros—, que deben
consultarse con el médico o pediatra. Estos síntomas serían:
3. Intervalos de pérdida de voz, sobre todo cuando el menor trata de subir la intensidad o gritar.
4.Fatiga o falta de respiración cuando habla.
En cuanto a la clasificación de la disfonía podemos encontrarnos con dos tipos según su causa: orgánica o funcional.
Disfonía orgánica
Se produce por una alteración en las cuerdas vocales (nódulos, pólipos, distonía en la laringe…), en muchos casos derivada de una disfonía funcional que no ha sido tratada. Esta mala vibración de las cuerdas vocales causa períodos de ronquera, voz rasposa o entrecortada-
Disfonía funcional
Disfonía espasmódica
Cabe resaltar un tipo de alteración fonética denominada disfonía espasmódica, dado que su origen todavía es desconocido; aunque la comunidad médica apunta a causas de tipo neurológico. La disfonía espasmódica afecta a la musculatura de la laringe (distonía laríngea) provocando contracciones involuntarias y, como consecuencia, una alteración fonética crónica. Además, va acompañada de gestos faciales exagerados, etiquetados de “extraños”, como consecuencia del esfuerzo que supone al disfónico la propia habla y modulación de la voz.
La disfonía espasmódica se
puede presentar de dos maneras distintas:
– De aducción: caracterizada por voz
entrecortada, ronca y forzada. Tras intervalos silenciosos, el paciente inicia
el habla en un tono de voz brusco, incapaz de modularlo.
– De abducción: cuando el paciente sufre
afonía intermitente o, tras los silencios, su voz es baja y susurrante.
Necesidades educativas especiales del alumno disfónico
La voz no es solo el medio que disponemos los humanos para expresar oralmente palabras o pensamientos. A través del timbre y la entonación de la voz podemos transmitir nuestras emociones enriqueciendo así la comunicación y facilitando la interacción con los demás. Un alumno disfónico va a ver mermada esta capacidad para comunicarse de manera efectiva.
No podemos olvidar tampoco que la ronquera o los cambios de tonalidad bruscos y la gesticulación exagerada pueden despertar las mofas entre sus compañeros. Por lo tanto, es habitual que el niño se sienta frustrado, que evite hablar y, por ende, que la disfonía acabe afectando tanto a su desarrollo lingüístico como social.
Como el alumnado con dificultades en el aprendizaje o en el neurodesarrollo, un niño con disfonía también manifiesta una serie de necesidades educativas especiales que la escuela debe cubrir. Una medida educativa fundamental para atender estos alumnos son los apoyos logopédicos.
¿Qué pautas se pueden tomar para abordar la disfonía en el aula?
- Que beba mucha agua.
- No carraspear.
- No gritar.
- No susurrar.
- Evitar cambios de temperatura bruscos.
- Evitar comer alimentos muy calientes o muy fríos.
- Respetar la toma de turno (no hablar todos a la vez).
- Evite hablar en ambientes con mucho ruido.
- Que haga pausas durante una
conversación.
- Controlar el tono de la voz en clase, en el recreo por medio del HABLADÓMETRO.
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